domingo, 8 de noviembre de 2009

FRANCISCO AYALA, UNO DE LOS NUESTROS

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Por Marisa Ciriza,
Vicepresidenta de la APM
Fotografías: ©Dolores de Lara
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Se unió a nosotros a una edad ya casi centenaria, como Socio de Mérito.
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Venía contento a los actos extraordinarios a los que le convocábamos, siempre acompañado de Carolyn Richmond, la hispanista americana que le impresionó “en aquella fiesta brillante de luces y chispeantes conversaciones” en el Brooklyn College de la Ciudad de Nueva York, en los años setenta. Daba la impresión de que Ayala estaba acostumbrado a iniciar actividades a una edad en la que la mayoría se va despidiendo de ellas. Quizás esa facilidad suya –que él llamaba fatalidad, aunque fatalidad buena– de convertir en literatura toda experiencia, le impulsaba a vivir de espaldas al tiempo. Un tiempo que le privilegió con ciento tres años de gran vitalidad.
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La figura de Francisco Ayala atraviesa todo el siglo XX. Un siglo convulso sobre el que Ayala ha escrito miles de páginas de buena literatura y ha volcado su conciencia de intelectual comprometido. Nació en Granada en 1906. Se doctoró en Derecho en Madrid. En 1929 amplía estudios en Berlín y allí es testigo del nacimiento del nazismo. Un artículo suyo en la revista “Política”, editada por el Congreso de los Diputados, fue la primera advertencia, publicada en España, “del fenómeno que no tardaría en asombrar, aterrorizar y sacudir al planeta”. "¡Ojo–escribió con agudeza– han prohibido el jazz!" Desde su juventud y a lo largo de toda su vida, Ayala estuvo muy presente con su opinión en la prensa, y reflexionó sobre la importancia de los medios de comunicación. En 1934 gana la cátedra de Derecho Político y, posteriormente, una plaza en el Cuerpo de Oficiales Letrados del Congreso de los Diputados. Allí fue testigo directo de los acontecimientos políticos que dieron paso a la tragedia de la Guerra Civil.
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Más de una vez, Ayala ha repetido que la biografía de un escritor consiste en sus escritos, porque cuanto uno escribe está reflejando lo que uno es. A punto de cumplir los cien años, cuando se preparaban los grandes fastos de su centenario, un conocido periodista le pidió una entrevista. Le recibió en su casa y su primera pregunta fue: ¿Ha leído mi obra? Al darse cuenta de que el entrevistador prácticamente no la conocía, le despidió amablemente hasta mejor ocasión.
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Francisco Ayala no es sólo un gran narrador, es un intelectual para quien la literatura es un modo de pensar, y también un importante sociólogo, cuyo “Tratado de Sociología” sigue vigente en las universidades americanas. Ha traducido en cinco idiomas (francés, inglés, alemán, italiano, portugués) obras importantes de Thomas Mann, Rilke y Moravia. Para Ayala, como para toda su generación, el cine constituyó una experiencia fundamental y a él dedicó, en los años veinte, el primer libro sobre el tema publicado en España, “Indagación del cinema”.
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Desde el principio, Ayala es un escritor que, con definitiva decisión, quiso dedicarse a la literatura. La novela es un método de conocimiento, decía. Recordando a Unamuno, sostuvo que el pensamiento filosófico, es decir, la visión del mundo, se transmite mejor que por un tratado o un libro de análisis, por una novela. Y nos dejó muchas. Desde aquella primera, “Tragicomedia de un hombre sin espíritu”, que le introdujo en los ambientes madrileños aún sin haber cumplido veinte años, hasta su obra maestra “El jardín de las delicias”, en cuya literatura encontramos lugares, personas, situaciones que constituyeron su existencia. Por el conjunto de ellas ha recibido todos los premios posibles en España, el de la Crítica, el Nacional de Literatura, el Príncipe de Asturias de las Letras, el Cervantes.
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Lúcido, inteligente, irónico, tras vivir un largo exilio en Argentina, Puerto Rico, y Estados Unidos, regresó a España en 1960 y en los setenta se estableció definitivamente en Madrid. Este granadino que sólo vivió en Granada los primeros 16 años de su vida, no perdió nunca su acento granadino, quizás, la muestra más sincera de su pertenencia. Así se lo han reconocido y allí tiene su Fundación.
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