domingo, 21 de marzo de 2010

9ª y 10ª de Fallas en Valencia. El Fandi encantó y Pinar resolvió

Rubén Pinar en triunfal vueltaal ruedo con la oreja ganada

9ª y 10ª de Fallas en Valencia
El Fandi encantó y Pinar resolvió
José Antonio del Moral
Diario La Geceta, deMadrid
Grupo Intereconomía
Valencia.-20.03.2010

El granadino cortó una oreja del quinto toro de la corrida de Jandilla con denegada petición de la segunda tras una completa labor en la que destacó un brillantísimo tercio de banderillas que puso la plaza boca abajo. Con el segundo de la tarde, apenas pudo banderillear por lo agotado que quedó el animal tras pegarse dos volteretas y entrar dos veces al caballo.
Rubén Pinar se llevó otro apéndice del tercero tras una resolutiva labor y pudo llevarse otra más del sexto que el palco también se negó a conceder.
Rivera Ordóñez abrió y medió la tarde con notable desenvoltura pero más de cara a la galería que convencimiento.
Muy bien presentados los toros, incluido el de Vegahermosa lidiado en segundo lugar, resultaron muy manejables aunque flojeando en demasía, salvo el quinto que tuvo muchos pies en los primeros tercios y llegó con guasa a la muleta.
Magnífico toreo en redondo de Rubén Pinar
Valencia. Plaza de la calle Xátiva.
20 de marzo de 2010. Décima de feria.
Tarde nublada con llovizna intermitente que arreció durante la lidia del último toro y tres cuartos de entrada.
Cinco toros de Jandilla y solo uno del hierro titular, Vegahermosa. Todos muy bien presentados y cuajados en diversidad de tipos y pelajes. Nobles aunque flojos en distintos grados, salvo el impetuoso quinto que llegó muy crudo a banderillas para venirse abajo y con guasa a la muleta.
Francisco Rivera Ordóñez (amaranto y oro): Media estocada y tres descabellos, silencio. Estoconazo desprendido, petición, gran ovación y vuelta brevemente protestada al iniciarla.
El Fandi (negro y plata): Estocada desprendida trasera, silencio. Estoconazo, oreja y fuerte petición de otra con posteriores pitos al palco por no conceder el segundo trofeo.
Rubén Pinar (grana y oro) -Sustituto del lesionado Miguel Ángel Perera- : Pinchazo y estocada, oreja. Estocada y muy tardío descabello, aviso y petición con ovación y desbandada general bajo el diluvio.

Aunque la corrida terminó bajo la lluvia, la gente se divirtió pese al rigor presidencial al no conceder todos los trofeos solicitados. Hizo bien el usía en contener los efluvios populares pero no en negarse cerrilmente a las peticiones que
El Fandi hizo para que se cambiara el tercio de varas tras un solo puyazo. Cuestión en la que el granadino tuvo toda la razón y más en su caso que, por requerir el mayor ímpetu posible de sus toros a la hora de banderillearlos – plato favorito, esperado y celebrado en todas sus actuaciones –, lo que para el matador era puro sentido común, para el señor del palco, en absoluto por considerar estrictamente obligatorio que cada toro vaya dos veces al caballo tenga mucha fuerza o ninguna como fue el caso del primer toro de El Fandi pese a lo muy débil que quedó tras pegarse un talegazo en el remate de un lance del granadino.
En vista de ello, El Fandi se negó en principio a banderillear hasta que, por la insistente petición de público, accedió a parear, lo que hizo con normalidad y sin carreras pero brillantemente. Pero el animal llegó parado e imposible a la muleta.
Todo lo contrario sucedió con el quinto toro, un colorao de abundantes y agresivos pitones, brioso, fuerte, pronto y con muchos pies por lo crudo que le dejaron en varas. Tras una larga de rodillas en el recibo con el capote seguida de un galleo por chicuelinas, El Fandi se empleó a fondo con las banderillas, cuajando cuatro pares memorables de su exclusiva personalidad y máxima espectacularidad poniendo la plaza boca abajo. Pero el toro no llegó a la muleta con parecidas condiciones sino reservón y con guasa, lo que no impidió a El Fandi que, buscándole las vueltas, lograra una faena peleona que lejos de desagradar al público, fue tenida por muy meritoria. Y más la estocada con que lo mató.

A la espera de que le concedieran la muy pedida segunda oreja, se El Fandi quedó saludando a la presidencia como es de rigor hasta que el señor del palco se levantara para corresponder al saludo, cortesía obligada a la que, en principio, se negó el usía. Mal el presidente, quizá enfadado por el desenfado de El Fandi en su reverencial aunque chulesca acción ciertamente provocativa aunque torera en todo caso.
El encanto de El Fandi es precisamente su irrenunciable entrega en darlo todo para que quienes pagan por verle nunca se vayan de la plaza insatisfechos. Y es que El Fandi es mucho Fandi se pongan como se pongan sus detractores.

Este fue el capítulo más brillante por atractivo y polémico de esta jornada en la que también destacó Rubén Pinar, como siempre tan resolutivo como habilidoso en sus maneras tan superficiales como efectivas. Sus dos toros se prestaron y Pinar desarrolló su acostumbrado repertorio con capote y muleta en busca de un seguro triunfo que esta vez no fue doble por esperar demasiado tiempo a que doblara su segundo toro y necesitar tardíamente en descabellarlo, lo que le impidió salir por la ansiada puerta grande.

Abrió plaza Rivera Ordóñez con un tardón primero al que banderilleó con soltura y muleteó con torería conservadora. Más extensa y feliz resultó su segunda labor en la que hizo de todo incluido el recibo con larga de rodillas, banderillas exhibicionistas y una faena de cara a la galería entre el jolgorio de sus fans que no cesaron de piropearle. Tras negarse la presidencia a darle una oreja, se complació en una vuelta al ruedo clamorosa aunque la iniciara entre las protestas de unos pocos que, a la postre, tuvieron que tragársela.

El Fandi pasándo al toro con la derecha...

Rivera Ordóñez en patética interpretación
del ¿pase mirando al tendido?
Fotografías
Manolo Moreno/Burladeo.com

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NOVILLADA MATINAL.

Juan del Álamo confirmó las expectativas pero falló a espadas
Con muy poco público y tiempo primaveral, se corrieron seis novillos de Fuente Ymbro francamente buenos aunque algunos flojos. De cuanto ocurrió y aunque el local Carlos Durán cortó una oreja por puro paisanaje, quien interesó y gustó una barbaridad fue el salmantino Juan del Álamo por valiente, inteligente, elegante y templado. Una pena que perdiera cuatro orejas con su deficiente espada.
El mexicano Juan Pablo Sánchez no cumplió ni de lejos con la fama de que venía precedido.

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