sábado, 22 de mayo de 2010

16ª DE SAN ISIDRO.- CON LA VENIA: TRAGEDIA, GLORIA, Y CAMELO / Por Bocanegra

LA TRAGEDIA

Por Bocanegra

Madrid, 22 de Mayo de 2010
Otro toro con el hierro de Veragua sobre el jabonero pelo, paseó el fantasma de Granero por Las Ventas de Espíritu Santo cuando derrotó sobre la cara de un inerme Aparicio derribado al suelo. No pudo ser otro que el mismo Espírtu Santo el que le hiciera el quite de su vida al torero del arte de Malena y el corazón de Julio. El drama de la tragedia flotó en el ambiente en el inicio de esta cartel que devolvió a la Ventas el aire de las tardes de tronío.

La nobleza del astifino torillo de Juan Pedro Domecq la aprovechó de salida Julito Aparicio para dibujar con de capote las esencias que todos esperan de él. Pasado el trámite caballo, y el buen tercio de banderillas por Ángel Otero y Rafael González, la buena faena que se auguraba se truncó por una zancadilla del juanpedro al animado espada que bloqueado en el suelo se convirtió en un blanco obligado. Después vino la angustia de la cornada, la evacuación de Aparico a la jurisdicción de Don Máximo, y de “Opíparo” a la de Morante. El de la Puebla le endilgó una serie muleta y se lo quitó de en medio.

La corrida quedaba en un mano a mano entre Morante y El Cid que sustituía a José María Manzanares. A El Cid le daban por muerto y resucitó. Su triunfo legítimo e inapelable abrochó la lamentable tarde, aunque ello no debe hacer olvidar el desastre ganadero que sumió al coso en la indignidad de los que la han propiciado. Llámese Consejo Taurino de la C.A.M, empresa o autoridad, que están demostrando formar una perfecta tríada para acabar de una vez con la categoría y prestigio de la primera plaza del mundo.

La salida del segundo, para el de Salteras, abrió el camino al escándalo que envolvió al resto de la tarde, marcada por las noticias de la enfermería.La sorprendentemente anunciada corrida de Juan Pedro – un descarte de Sevilla- confirmó en el ruedo lo que de ella se esperaba, un auténtico camelo.

De escaso trapío y blanda hasta la exasperación cubrió de vergüenza la maltratada Feria de San Isidro, dando lugar a la salida de unos reprobables sobreros – uno de Gavira y otro de Camacho-. El otro reserva de Gavira, de discreta presentación y manejable, junto con el sexto del hierro titular salvaron in extremis la hecatombe que se avecinaba.

José Antonio Morante de la Puebla, en ésta su plaza, tuvo pocas opciones con las miserias ganaderas que tuvo enfrente. Lo poco que intentó hacer fue jaleado más por la sublime adoración que goza en los madriles, que por lo que en realidad salió de su manos.

La decisión de Manuel Jesús El Cid para entrar en esta corrida, tras sus fallidas actuaciones en la feria, y con los voceros dándolo ya por muerto, sustentaba una fuerte apuesta por sí mismo y su futuro. No lo tenía fácil, y el morbo y la malicia de los difamadores y escopeteros le esperaban tras las redes dónde debería ser atrapado.

Pues se han comido lo que un amigo nuestro de Murcia llamado Clavijo.

La ocasión la pintaban calva. Un valiente forjado en la hombría de la lidia de las corridas duras y encastadas iba a encerrarse con los torillos artistas, y además con dos artistas de verdad como Julio Aparicio y Morante, de cuyo enfrentamiento en Sevilla en aquella farsa de victorinos nace el bajón y mala racha de El Cid.A todo ello se sobrepuso Manuel Jesús, con hombría para reponerse de una tremenda voltereta con el manejable sobrero de Gavira, con el que se fue acoplando pase a pase superando su sosería con firmeza y temple. La ovación recibida tras muerte del bicho le obligaba a salir al tercio, pero su pudor se lo impidió al escuchar las protestas del agit pro previsto por el don nadie.

El buen toro de Juan Pedro, último de la tarde, fue bueno, con fijeza y nobleza, aunque se escasez de fuerzas obligaba a una lidia perfecta llevada por Alcalareño y especialmente El Boni en los primeros tercios. El clasicismo y pureza del capote de El Cid anunciaba lo que iba a venir, y llegó. El Cid entendió al toro a la perfección, y las series con ambas manos se espaciaban con precisas pausas, idas y venidas a la cara del toro con torería y majeza, narcaban las pautas de la lidia. Los muletazos largos y templados hilvanaron series perfectas hasta el desfonde del bovino que chocó contra el tesón del El Cid. Pero esta mínima, y única laguna, la subsanó el de Salteras con una serie perfecta por la derecha con el obligado y largo de pecho, para rematar con ayudados por alto, y entrar a matar como lo hacen los toreros machos.

La petición fue un clamor y el presidente respiró a gusto, tras su desgraciada tarde, sacando su pañuelo blanco. Oreja de ley, oreja de auténtico triunfador en una tarde aciaga, y de la feria hasta el momento. Oreja que debería meterse por donde le quepa –no le faltará hueco, no- al instigador de la campaña contra un hombre honrado y figura del toreo como Manuel Jesús “El Cid”.

Los hay jaboneros que no tienen más remedio que dar una cornada como el noble juanpedro a Julio Aparicio. Otros de similar pelo y peor pelaje pegan el derrote por mala sangre, casta de la peor, que cualquier día harán que se ahogue en su babosa sevicia.

Que ya lo dice el matador, que el que quiera llevarse algo del toro….que se ponga delante.

LA GLORIA
EL CAMELO



MÁS CAMELO

Fuente: Blog Del toro al infinito

Fotografía: Cabrera Burladero.com

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