martes, 2 de agosto de 2011

A VECES LOS MANIQUÍS HACEN DE TOREROS

 Por ANTONIO D. OLANO / Fotografías: ©DOLORES DE LARA

©DOLORES DE LARAEn Castilla manchega hay vigentes el mayor número de plazas de toros de nuestra española geografía. En verano se ofrecen más festejos que en los demás pueblos y ciudades españolas.

¡Pan y toros! Los taurinos errantes, como lo eran Orson Welles y el olvidable Hemingway, cultivaban dos vocaciones: los toros y la gastronomía. Y conocían perfectamente los bares, restaurantes y hostales de las rutas taurinas. Entonces no estaba perseguido beber discretamente y, con perdón de las deshabitadas y grandes autopistas, los viajes eran otra fiesta. Que todavía se repite en el camino de Despeñaperros, despeña hambres…

Mi compañera, y por eso amiga, Dolores de Lara, sale cámaras en ristre (las suyas entre las mejores españolas) ilusionada hacia Valdepeñas. No me es posible acompañarla en su excursión, salvo con la letra escrita a la que ella, gran maestra, coloca la melodía de sus grafismos.

Hubo corrida de toros, un cuarto de la plaza con espectadores, que al parecer organiza el señor Conde, un inescrutable personaje malagueño, hostelero “e ainda máis”, que participa en varias empresas taurinas, incluso en la Malagueta.

El tal señor Curro Conde contrató a su hijo, Javier Conde, al que desde su niñez preparó para convertirlo en figura de la cuestión. Pero el torero difícilmente (c)Dolores de Larase “confecciona” si no tiene condiciones. El muchacho, guapete, pinturero, repeinado, displicente, vivía en torero. Pero más bien obedeciendo a Camilo José Cela, luciría más toreando de salón. Sus consejeros casi áulicos decidieron que, dado que de valor no se aproximaba al de los legionarios, lo mejor era clasificarse entre los “toreros artistas”. Es en el apartado en el que se refugian todos los medrosos. Se da por supuesto que todos los buenos toreros han sido y son artistas.

Del  jovenzano Javier Conde presencié alguna de sus escasas buenas actuaciones, se le disfrazó de torero. Pero…. A una figura se le exige mucho más que un terno violeta o catafalco bien cortado, el peso estiradito y demás parafernalia para disfrazarse de algo tan serio como es el torero. A las cualidades, que en un principio trató de demostrar, hay que añadir disposición. Y valor

Doy por bueno el axioma de que a un torero se le conoce hasta en la calle. Pero también es conveniente que parezca un torero en la plaza de toros.

Decía Don Jacinto Benavente:”Bienaventurados nuestros imitadores porque de ellos serán nuestros defectos”.

Javier Conde Currito, el de la otra Cruz, tiene todas las condicionales para pasar al romancero de la Fiesta. Incluso está casado con una cantaora importante figura del flamenco porque de casta le viene incluso al galgo.

Me cuentan y no paran de los otros dos componentes de la terna. Cuando apareció el toledano David Mora se perfilaba como figura casi en sazón y hasta se especuló con que podía formar collera con el también prometedor “Juli”. Si dicen que los caminos de Dios son inescrutables ¿Qué les voy a decir de las sendas de los toreros?

Parecía que Mora, hoy residente en el Borox  de Domingo Ortega, sufre el bache que sigue a muchos toreros tras su alternativa. Pero, muy joven todavía, ha vuelto por sus fueros. En Valdepeñas se mostró en las plenitudes de quien ya es figura: de valor, de arte. Estuvo allí en donde el peligro amenaza y en dos reses de “El torero” dijo con faenas y pases de lujo, que los toreros solo deben decir en el ruedo: ¡Aquí estoy yo!

REPORTAJE GRÁFICO: ©DOLORES DE LARA

TEXTO: ANTONIO D. OLANO

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©DOLORES DE LARA Mora, vencedor

Mora valor, Mora arte. Ha vuelto a triunfar en las plazas grandes. No diremos que vive en renacimiento, porque siempre se mantuvo vivo. Supongo, deseo, que llegue al hora de su auténtica confirmación. Cortó tres orejas logradas ”a conciencia”-

Y, también en Valdepeñas Iván Fandiño, vasco y de apellido gallego. Está siendo la revelación de esta agitada temporada. Dos orejas y ovación. Los toros no piden partida de nacimiento. Ni la Fiesta es cosa de uno. Aunque se mueva por impulsos, mayormente histéricos, difícilmente históricos.

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©DOLORES DE LARA Iván Fandiño después de dar muerte al toro

Un buen aficionado es aquel al que le caben varios y variados toreros en su cabeza. Parece ser -¡ torear en tiempos revueltos!- que algunos no aficionados, sino ignorantes fanáticos, quieren imponer la dictadura del “tomatismo”. Y utiliza el nombre de un buen y honesto y valiente torero.

©DOLORES DE LARA Prefiero, intelectualmente, el Tomismo. Y, taurinamente, el Tomasismo.

Y advierto que por la histeria no se entra en la historia… Hay quien me dice que la actitud de José Tomás “no es normal” Ni falta que hace. Los “normales” nunca hicieron nada de provecho. Los “anormales” se llamaban: Platón, Julio César, Napoleón, Shakespeare, Lope de Vega, Oscar Wilde, Proust, van Goog, Dalí. Picasso, Valle Inclán, Arrabal, Belmonte, Joselito, Manolete, Luis Miguel, Manuel Benítez, Curro Romero. Y ahí los tiene usted. ¡Báilelos!

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