viernes, 11 de noviembre de 2011

QUITO.- LA VOZ DEL CÓNDOR: Ver a Ponce en octubre y…noviembre

 

“...Lo de Ponce viéndole empalmar temporadas completas de España y Francia con las de México y las de Hispanoamérica es irrepetible y admirable. Pero, por favor, Quito, no. Quito nunca. No ensucies lo más limpio que tienes y tenemos..."

...¡Ay, Ponce, no torees en Quito, no te equivoques, no te vayas a arrepentir mientras vivas, no dejes de ser matador de toros cuando eres el matador más matador de toda la historia del toreo. No te hagas ni nos hagas esto, salvo que te lleves la espada y los tumbes a todos..."

Por Ricardo Díaz-Manresa

Ver a Ponce en octubre es lo máximo. Verlo colgado de los carteles de Zaragoza y Jaén, tras haber empezado por febrero en Olivenza, y así un año tras otro, es sublime. Te guste o no, critiques su toreo o lo alabes, te emocione o le pongas reparos, te convenza o no, aceptes sus distancias o las protestes, te parezca bien o no la longitud de sus faenas, te moleste su mal uso de la espada y sus avisos, tantos, ver a Ponce en octubre es de lo mejor que ha ocurrido en el toreo. Ni un descanso, ni un respiro, ni una siesta. Siempre temporadas completas dando la cara en el grueso de todas las ferias. Ni unas vacaciones entre España y América. Una máquina. Un caso asombroso.

Verlo empalmar Europa con Centro e Hispanoamérica temporada tras temporada es de leyenda. No se ha quitado el vestido de Jaén y se está poniendo el de México y, si puede ser en Insurgentes, mejor. Nadie, nadie, lo ha hecho y mucho menos tantas veces. Un genio humano porque, sin serlo, es imposible aguantarlo. Toneladas de responsabilidad y riesgo asumidas como el que se bebe un vaso de agua.

Y sin cansarse, sin desanimarse, sin empacharse, sin atorarse. Sin, como se decía antes, despeinarse. Un caso para el estudio, para el canto, para la admiración, para la leyenda de los matadores de toros. Este sí que es una figura del toreo. Un ejemplo histórico de gran figura.

Enrique Ponce es torero de Congresos. Me explico. Para que los médicos le estudien la sangre, el pulso, el corazón, para que nos descubran –reunidos todos los doctores del mundo- de la pasta que está hecho. Podría ser, para mí ya lo es, un caso único en el mundo. Que son ya 4.000 toros muy largos o 4.500 o los que sean los que cayeron a sus pies. Es Guinnes.

Llega a México y la plaza de la capital, tan vacía siempre, tiene un entradón y sus muñecas de seda y de ciencia se dislocan de nuevo y el consentido vuelve a serlo. Lo consienten al saber lo que tienen delante.

Verlo en octubre y noviembre, un lujo.

¿Todo noviembre? ¡Ay, Ponce, no torees en Quito, no te equivoques, no te vayas a arrepentir mientras vivas, no dejes de ser matador de toros cuando eres el matador más matador de toda la historia del toreo. No te hagas ni nos hagas esto, salvo que te lleves la espada y los tumbes a todos.

He leído tus argumentos y ninguno me convence. Las cosas se hacen bien o no se hacen. La epidemia de Quito se extenderá por todo el mundo del toro, que es precisamente todo lo contrario de lo que es necesario hoy. No le quites en Quito a la ceremonia litúrgica el gran final que es milenario y necesario. 

Tú, no, por Dios, que eres el gran icono del toreo. No hundas en el descrédito a lo que has dado tanto crédito. Sigue con tu categoría. No te manches después de una carrera tan impecable como asombrosa. Tú, no, Ponce. Tú nunca.

Fuente:deltoroalinfinito

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