lunes, 14 de mayo de 2012

GONZALO CABALLERO: UN NOVILLERO CON PROYECCIÓN Y ENTREGA ABSOLUTA

Gonzalo Caballero forjado en la Escuela de Tauromaquia

"Marcial Lalanda" de Madrid /Foto: EFE/ 

OPINIÓN.- Un americano en Madrid 

Rubén Darío Villafraz

marzo- 14/05/2012.-Primera novillada del serial isidril, y en el cartel había la expectación por ver la única novillera actualmente con cartel para estar en una feria de la importancia como la de Madrid. Se llama Conchi Ríos, nacida en Murcia, quien esta tarde no ha tenido el santo a su espalda, en compromiso de máxima expectación para toda la parroquia que casi rozó el lleno en Las Ventas. 

Para la bella y espigada chica no ha sido su tarde. Ni por motivación, ni por soltura en resolver los problemas que plantearon sus astados, y para rematar, las adversas condiciones climáticas al momento de salir a torear de muleta. En pocas palabras, una tarde gafada, desde su mismo comienzo, tras el percance de su banderillero Raúl Corralejo, cerrando el toro en el burladero, lo que propinó el traumatismo torácico que le imposibilitó seguir en el ruedo, donde asi mismo el novillo que abrió plaza se partiera un pitón. Peor no podía comenzar. 

Y salió un descompuesto sobrero de Couto de Fornilhos, animal que se le vio por encima de las aptitudes de la novillera actuante, a tal punto de pasar desapercibida luego de intentar por ambos pitones una faena que no lo fue, a consecuencia también del molesto viento que se dio cita, tal y como se había comentado. La gente tomaría partido por el toro, y al final los pitos tras aviso de algunos sectores del tendido fueron el veredicto de una plaza severa como ninguna en situaciones como estas. 

Peor se le vio a Ríos con el cuarto, un bello ejemplar, al que también la bella Conchi no le vio claro, pese a algunos momentos de lucimiento desperdigados por la mano zurda. Pero muy poco para las expectativas que había por ver a quien el año pasado abrió la puerta grande de esta plaza, por verano. 

Lo mismo, pero más monótono fue lo presentado por el lusitano Tulio Salguero, a quien su cuadrilla convirtió la lidia del serio utrero segundo, en una verdadera capea en los primeros tercios. Luego con la muleta, estos se sucedieron sin mayor emoción alguna ante los constantes enganchones, que dejaron su labor en silencio, misma receta que se vio en el quinto, faena larga sin sentido alguno ante un toro manso, aquerenciado, aburriendo al cónclave, siendo silenciado nuevamente tras aviso. 

El color de la calurosa tarde vino de las manos de un alumno de la misma escuela madrileña el cual le habíamos visto en enero pasado en la feria venezolana de San Cristóbal, quien debutó hace poco menos de un mes en Sevilla cortando oreja y repite máximo compromiso en el coso de Alcalá. Y a fe que hasta los momentos el novillero Gonzalo Caballero ha dado un claro toque de atención en estas dos plazas ante los más serios y exigentes aficionados que puede encontrar en su fuerte apuesta de comienzo de temporada. 

Ha estado claro y lucido de ideas, desparpajo ante la responsabilidad, y en especial, ambicioso en su planteamiento lo que ha hecho Caballero, ante un novillo el cual también le permitió por el lado derecho explayarse en su depurado concepto. De verdad que ha gustado, y de colofón lo decidido que se fue tras la espada para cincelar lo que ha sido un triunfo a base de “testiculina” en su más pura expresión. Esa oreja que paseó con toda la parsimonia que merece un éxito tan dulce como este, no es más lo que podría ser el comienzo de una carrera cincelada por meritos sobrados. Sevilla y Madrid ya lo han aprobado. Una pena que en el que cerró plaza, el gas de su embestida durara lo que permitió el excesivo castigo en varas con la que le zurraron el burraco ejemplar, a tal punto de aplomarlo más de la cuenta y el joven torero quedarse sin novillo, como consecuencia de su escaso tino con el castigo. 

Mientras, queda esperar lo que nos depare mañana dos toreros de corte artístico a los que hay ilusión de ver si los hados del toreo se asoman por Alcalá. Esperemos que así sea…

Gonzalo Caballero cinceló su triunfo a base de “testiculina” en su más pura expresión

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